domingo, 6 de diciembre de 2009

The Wall, Pink Floyd: 30 Años del Muro

La primera Opera Rock que tuve oportunidad de escuchar siendo muy pequeño fue una de las obras maestras de Pink Floyd, The Wall, como muchos otros conocí primero la película y luego el álbum, es decir en el orden inverso de como realmente fue. El álbum fue publicado el 30 de noviembre de 1979, han transcurrido 30 años de aquél día y el disco sigue siendo referente ineludible para el rock de las últimas 3 décadas, a pesar de que la crítica considera que este trabajo no supera a The Dark Side of The Moon, la obra maestra de esta banda, esto no desmerece la calidad de esta gran creación de fines de los 70's que en realidad gracias al film de 1982 obtuvo mayor trascendencia, puesto que las imágenes graficaban fielmente el espíritu del álbum. Dicho trabajo está dividido en dos discos, que podrían subdividirse en cuatro teniendo en cuenta el clásico formato de "long play" en el que fue editado.
Si empezamos a escuchar The Wall será imposible no terminarlo, ya que todos los tracks están entrelazados tanto en la historia como musicalmente ya que mientras concluye una canción ya está iniciándose la siguiente. Y es que el álbum es el relato de una vida, en este caso del personaje llamado "Pink", una estrella de rock ficticia diseñada por Roger Waters e inspirada en sí mismo pero llevado al extremo, el disco describe la existencia de este personaje desde su infancia afectada por la ausencia de su padre muerto en la guerra, la sobreprotección de su madre, sus debilidades, vicios, temores e inseguridades, todos estos elementos asfixian tanto al personaje que le llevan a crear un muro, "The Wall", que lo separa del mundo real, en donde vive sus fantasías y sueños. Es así que en el desarrollo del disco ese muro se va formando y creciendo y, haciéndose cada vez más fuerte pero eso no impide que al final de la obra se derrumbe conllevando a la destrucción de ese paraíso ficticio creado por Pink

El disco uno se inicia con In The Flesh?, que a ritmo de marcha militar nos introduce en la historia, que continúa con The Thin Ice una melodía calmada que se sostiene en el teclado y que incrementa su energía hacia la parte final del track.
Posteriormente se inicia un tema que está dividido en tres canciones, la primera es la Another Brick in The Wall (parte 1) que es el preámbulo para escuchar lo que será el tema central del disco y un himno de la banda, pero para llegar a él antes hay que transcurrir por Happiest Days of our Lives que es el puente que nos lleva al momento cumbre de esta pequeña trilogía dentro del album, Another Brick in The Wall (parte 2), la clásica canción se convierte en el eje del álbum, anárquica, rebelde se diferencia de la primera parte en que aquélla es más acústica y carece de percusión, esta segunda parte en cambio muestra todo el poderío de la banda.
El álbum prosigue con otra pieza clave, Mother, un tema que nos abstrae del ambiente complicado del álbum. Después sigue otra hermosa y breve melodía, Goodbye Blue Sky que así como consta de dulzura gracias a las voces de niños y el canto de aves, también posee su lado oscuro cuando los instrumentos se convierten en el centro del track. De lo mejor del álbum.
Empty Spaces, es una pieza instrumental que sirve de conexión para llegar a Young Lust, otro tema emblemático de la banda, sinónimo de rock, guitarra, energía. No termina de deleitarnos esta canción y ya comienza a sonar One of my Turns, armoniosa y tranquila en un principio gira abruptamente para aumentar en potencia y fuerza.
La pausada Don't Leave Me Now, es protagonizada por la voz en tono lastimero de Roger Waters y, como es una constante en el álbum, el tema crece y se vuelve más intenso hacia su parte final. Es así que se presenta el regreso de un track, la parte 3 de Another Brick in The Wall, en una versión más corta pero que sigue teniendo esa fuerza tan propia del track en su segunda parte, esta tercera lo que hace es asegurarse que el mensaje de rebeldía del álbum ya haya sido entendido ya que llegamos al final del primer capítulo del álbum de éste con Good Bye Cruel World que es una continuación del track anterior.

El segundo disco empieza con otra joya, Hey You, que a pesar de ser básicamente acústica está llena de energía, una canción perfecta. Ese sonido suave que nos regala la guitarra prosigue con No Body Home, un track meláncolico, de espíritu solitario, nuevamente Waters demuestra sus cualidades vocales con esta desgarradora interpretación.
Vera es otra canción que sirve de puente pero que es importante para entender al álbum. Después de ella regresa la potencia con una contundente interpretación orquestal Bring The Boys Back Home que se remonta al inicio del primer disco con el sonido de marcha militar. Este par de canciones que son cortas son el enlace para llegar a otro de los tracks memorables del álbum, Comfortably Numb, las voces de Gilmour y Waters en armonía perfecta tanto entre ellas como con el resto de instrumentos, simplemente genial.
Y siguiendo con las bellas melodías, The Show Must Go On es un single corto donde la voz de Gilmour es la protagonista. Posteriormente In the Flesh (no confundir con la primera canción del disco uno, ya que aquella posee un signo de interrogación) nos devuelve al ambiente duro del álbum, este track se apoya en los instrumentos y es más hablada que cantada.
Otro punto alto de esta obra es Run Like Hell, que es una llamada de atención, nos despierta, nos pone en alerta. A continuación Waiting For The Worms, un tema potente, de excelente calidad que se debe a la diversidad de voces y sonidos que convierten a la canción en una de las mejores a pesar de no haber recibido el mismo reconocimiento que otras, es una típico single de opera rock. La historia prosigue con Stop que es el track que sirve para dar el paso a la parte final de la obra. The Trial, el penúltimo tema es perfecto desde el punto de vista orquestal, en donde la voz de Waters toma el protagonismo gracias a su versatilidad, volviéndose casi irreconocible, un track poderoso y que nos anuncia la caída del "muro". El disco termina con la tranquila Outside The Wall en la cual vuelve la calma y la paz, el muro ha caído.

Treinta años después este álbum sigue constituyendo una referencia, en especial para el rock progresivo, con un sonido que nos demuestra los diversos estados de ánimo y emociones del ser humano, un disco que no se caracteriza por ser denso, experimental y abstracto pero que contradictoriamente esto le abrió las puertas a Pink Floyd a un publico más amplio gracias al film que ilustró de manera perfecta la historia que cuenta el álbum.
A continuación algunos videos de este excelente disco, la mayoría pertenecen al film de 1982 dirigido por Alan Parker.

Another Brick In The Wall



Mother



Good Bye Blue Sky



Young Lust



Hey You



Nobody Home



Comfortably Numb



Run Like Hell



The Trial






No hay comentarios:

Publicar un comentario