domingo, 20 de noviembre de 2011

Pearl Jam en Lima: La crónica que siempre soñé escribir

Cómo hace el ser humano para describir la realización del sueño más anhelado en la vida, cómo se hace para poder terminar de procesar todo lo vivido en la noche que más esperé en casi 20 años.
Hoy me siento como en una nube, en el firmamento, donde el dolor físico, desgaste, ansiedad y locura acumulada de los días previos a la gran cita quedan en un segundo plano.
Todo esto fue un proceso, que he tenido la oportunidad de ir describiendo a lo largo de este año, desde la confirmación, la compra de entradas y ahora El Momento. Este fin de semana mágico comenzó desde el jueves al recibir a dos entrañables amigos de Uruguay y Argentina que venían a compartir con nosotros toda esta aventura. Y sí que fue una aventura ya que como buenos militantes, que no es lo mismo que ser fan, hicimos el correspondiente seguimiento tanto en el aeropuerto como en el hotel, sin resultados positivos, ni la sombra de algún integrante de la banda. Y no sé por qué a pesar de ello, no me sentía molesto ni frustrado, porque sabía que la recompensa vendría en la noche siguiente.
Llega el día, 18 de noviembre, escasas horas de sueño y luego partir hacia el encuentro de la felicidad plena, un largo viaje en servicio público al lado de mi pequeña amiga entrañable y por fin llegar al templo donde le rendiríamos honores a esos dioses a los que esperamos tantos años.
Una larga cola ya se había formado, personas paradas, otras sentadas en lo que pudieran, incluso sobre piedras que servían de asientos como una rústica sala de espera.
Las horas pasaban, y apareció el invitado que no deseábamos recibir, el sol, que aunque no nos sofocó sí logró molestar, tanto es así, que ahora por Lima deben haber muchas caritas bronceadas contra su voluntad, y si las ven con una sonrisa dibujada en los rostros cansados sabrán que se trata de alguno de nosotros, los testigos de la noche mágica.
La fila avanzaba lentamente, las horas igual, al menos me entretenía con las ocurrencias de un amigo uruguayo que conocí esos días y que ahora extraño, hasta que por fin, luz verde, fuimos ingresando, y al traspasar la entrada hacia el campo tuve la sensación que San Pedro con llave en mano me dejaba entrar al Paraíso, era como si el sol, que ya se había retirado, regresara para iluminar mi camino.
Luego fue cuestión de acomodarse y esperar un par de horas más al menos. Ya no importaba nada, absolutamente nada.

Pocos minutos después de las 8 de la noche la banda destinada a abrir la velada, X, hizo su aparición con su clásico y agresivo punk. Fueron 45 minutos sin para de pura energía, el primer momento de catarsis colectiva para muchos de los asistentes. Pero todo se volvió locura descontrolada cuando sucedió lo que muchos ya sabíamos, la aparición de Eddie Vedder para la canción de cierre de X. La gente se volvió literalmente histérica, empujones, pogo, emoción total, el primer contacto de Eddie con su público. Un detalle para nada menor fue que Vedder demostró su fanatismo al hacer una reverencia a la banda telonera que es parte importante de su formación musical. Felizmente el público limeño respondió bien ante la legendaria banda de punk, cosa que Vedder percibió y agradeció. Nota aparte para la vocalista Exene Cervenka, una loca hermosa que hacía lo que quería en el escenario y se ganó el corazón de muchos con su desenfado y personalidad.
Luego de terminado X, a esperar, unos minutos que serían eternos, ideales para que algunos retomaran energías, otros se reubicaran e incluso alguien comiera o bebiera algo. Pasadas las 9:15, las 6 personas más esperadas por las otras 30 mil presentes hicieron su aparición, la sensación de que los ángeles habían caído del cielo para cumplir nuestro más ferviente deseo. Y así fue, y el comienzo fue con un cover, Interstellar Overdrive de Pink Floyd abrió el camino para lo que sería un arranque por decirlo menos agresivo, a puro rock visceral, así desfilaron en ese inicio demoledor Corduroy, Why Go, Hail Hail y Do The Evolution. Fue demasiado, pero era como si la banda supiera que los esperamos tanto tiempo que decidieron "destruirnos" como compensación por la espera de dos décadas. Posteriormente otra canción energética y que quizás pocos esperaban, Severed Hand hizo su aparición como la primera "sorpresa" de la noche. Antes de seguir no puedo olvidar las palabras iniciales en "español vedderiano" dichas por Eddie para saludar al público limeño: "Voy a decirles algo que quería decir hace mucho tiempo, ¡Hola Perú!. Los hemos querido conocer hace mucho. Les pedimos un favor, cuídense los unos a los otros, queremos su seguridad, eso es lo más importante. Nos espera una larga noche de música, ¿de acuerdo?”. Esto causó la emoción en masa y sabíamos lo que se venía, el show de nuestras vidas.
Como era de esperarse la banda nos ofreció muchas de sus "clásicas" para retribuir los años de ausencia, así pudimos escuchar: Elderly Woman Behind The Counter In A Small Town, Even Flow con toda la genialidad de Mike McCready, la indispensable Better Man coreada con el corazón por todo el público, la mítica y melancólica Black que fue el primer momento "destructivamente emocional" de la noche, la furia y tempestad hecha punk noventero de Go, la infaltable Daughter a la que le agregaron "tags" de Blitzkrieg Bop de Ramones y WMA; y Jeremy una obviedad que queríamos escuchar sí o sí en Lima.
Y en esos momentos clásicos destacaron Porch y la destrucción masiva que originó, la esperadísima aunque no necesariamente fija Given To Fly (sensación de alivio para mí) y por supuesto la primera canción que escuché de ellos y con la que comenzó mi romance eterno, Alive, la obra maestra del rock de los 90's.
Pero si Pearl Jam se caracteriza por algo es por no ser predecible y siempre darnos algo más, escuchar Immortality, Indifference, Not For You y Blood (con un Vedder que regresó al pasado para cantar como en los 90's hasta que la garganta dijera basta) fue lo mejor que pudo haber pasado esa noche, agradables sorpresas. Pero la intensidad sentimental también dijo presente cuando Eddie con guitarra en mano interpretó esas hermosas joyas de su creación The End y Just Breathe, esta última dedicada a una pareja de amigos a los que les ofreció la canción como regalo por su reciente matrimonio, los llevó al escenario, y ahí les ofrendó el tema, cosa que fue demasiado para muchos (incluyéndome), lágrimas, silencio cómplice por momentos, Eddie Vedder demostró porque sólo él puede transmitir ciertas sensaciones tan intensamente.
Pero si algo no esperé fue su soberbia versión de The Real Me de The Who, no estaba ni siquiera en mis planes mentales, es ahí donde
John Entwistle vuelve a la vida, toma el cuerpo de Jeff Ament y el bajo se apodera de la escena.
El momento de total energía fue sin duda la interpretación del cover de Neil Young, Rockin' In The Free World, que tuvo como ingrediente adicional la presencia de los integrantes de X, la banda de John Doe volvió a apoderarse del escenario para unirse a PJ y convertir el escenario en una fiesta, la aparición de las panderetas (una que le fue regalada a mi queridísima amiga uruguaya) y la algarabía contagiante de una celebración que no queríamos que terminara.
Las canciones que completaron el setlist fueron la optimista The Fixer, Setting Forth tema del primer álbum solista de Vedder, la rápida y electrizante Lukin, a su vez dos de los más hermosos temas del Backspacer: Amongst The Waves y Unthought Known, por último su nueva engreída Olé y Last Kiss conformaron el listado.
Pero todo tiene su final, nada es eterno, cuando la melodía de Yellow Ledbetter sonó, no sólo recordé a Hendrix y su Little Wing reencarnado en McCready sino que sabía que sería lo último, el fin del cuento de hadas, de la noche más feliz de mi vida.
Y así fue, la emoción desbordante llegó a su éxtasis total y sólo quedaba el aplauso rabioso agradecido y los gritos de reconocimiento hacia los hombres que se hicieron esperar muchos años pero que cumplieron con creces.

Hace tiempo no veía un público tan entregado hacia una banda, ni a una banda tan conectada con su público, esto no siempre pasa en Lima. Y aunque con algunas excepciones es reconfortante saber que nos tomamos en serio esto, que sabíamos que no podíamos desaprovechar la ocasión más importante de nuestras vidas.
Cuando Pearl Jam abandonó el escenario, me quedé en silencio, con los ojos humedecidos, no sentía dolor físico por el desgaste o mejor dicho no le hacía caso. Sigo tratando de procesar qué pasó ese viernes 18, porque no tengo palabras para describirlo a no ser que invente mi propio léxico y diccionario.

Hoy, cuando escribo estas líneas, recuerdo cómo comenzó todo esto, no fue ayer, ni la semana pasada, ni hace 10 años, fue hace casi 20, cuando aún siendo un colegial escuché un sonido, una canción que me cambiaría la vida para siempre, fue la cachetada musical que necesitaba ante el sonido plano que me rodeaba proveniente de los residuos del "glam metal" ochentero.
Hoy, cuando veo los videos y las fotos de ese evento maravilloso me emociono más que en el mismo día en que ocurrieron porque recién me doy cuenta de la real dimensión de las cosas, no porque no las valorara sino porque en el momento mismo sólo sentía que flotaba. Hoy, cuando tengo la rodilla hecha polvo, mi cara bronceada como si viniera de un hermoso día de playa y una sensación de hambre constante por la poca alimentación de los últimos días, sólo puedo decir que no me importa nada, que cumplí mi sueño y que ahora tengo una sensación de nostalgia y en mi cabeza ronda la pregunta: ¿Y ahora qué? ¿qué más le puedo pedir a la vida? Creo que lo único que podría pedir es volverlos a ver, cuánto antes mejor. Hoy... no sé que será de mí mañana.

Quiero agradecerte Pearl Jam, por haberme acompañado dos décadas de mi vida, por alegrarme con tus melodías, por darme energía, optimismo, por consolarme en los momentos más nefastos que pude vivir, por hacerme sentir menos solo de lo que estoy, por tener la canción exacta para cada situación por más rutinaria o complicada que sea. Quiero agradecerte por la música, la poesía, el corazón, la compañía, el confort, la felicidad, esa felicidad que fue plena cuando los vi frente a mí y les agradecí a voz en cuello todo esto que describo, gracias por venir a mi país porque no hay cosa más hermosa que cumplir un sueño en tu tierra y con los tuyos, gracias por permitirme conocer a personas maravillosas (ellos y ellas saben quienes son) que compartimos este amor eterno por tu obra.
Gracias Mike McCready por tu virtuosismo, gracias Stone Gossard por tu maestría y sencillez, gracias Jeff Ament por tu calidad interpretativa, gracias Matt Cameron por el ritmo y la fuerza, gracias Boooooooooooom!! Gaspar por las melodías y gracias Eddie Vedder, por tu voz, por saber transmitir a través de ella lo que muchos quisiéramos decir, gracias por ser tú. Gracias a todos, no sé que más decir, quizás sólo lo que expreso cada vez que tengo que agradecer algo que jamás podré compensar, ni aunque viviera dos vidas más: "Gracias Pearl Jam, gracias por tanto, perdón por tan poco."

* La foto que ilustra el post fue tomada por la propia banda desde una de las habitaciones del hotel.



(Video: franciscohvv, Youtube)




(Video: sacalenguas, Youtube)




(Video: kramerbol, Youtube)




(Video: kramerbol, Youtube)