jueves, 29 de julio de 2010

Historias de Verdaderos Fans (Parte 1)

Al cumplirse un año de este pequeño espacio, que ha representado una beneficiosa catarsis para mí y que espero haya sido del agrado de los se tomaron el tiempo de leerlo, esta vez no quise hacer una reseña sobre algún artista o un álbum en particular, sino enfocar y centrar el protagonismo de este relato hacia la otra vereda, es decir, el fan (el verdadero, no el mediático, el advenedizo o el que es fan sólo cuando se avecina un concierto, no a ése no me refiero), y esa pasión que es capaz de llegar a límites inimaginables por su banda favorita, como lo demuestran este par de historias que desarrollaré en éste y el siguiente post.

Lima, 26 de febrero de 2008: Sólo faltaban 2 días para el esperado concierto de Collective Soul, eramos al menos cuatro amigos que contábamos los días para poder asistir al evento esperado. Para que se entienda un poco mi amor por CS me debo remontar a 15 años antes, de aquella fecha, en 1993, la banda sorprendió gratamente al mundo con su single "Shine", todo un himno de aquella década. El grupo demostró que estaba para cosas mayores cuando editó su segundo álbum epónimo en 1995, no sólo mi disco favorito de ese año sino uno de mis predilectos de todos los tiempos. Quizás suene exagerado esto último pero ese álbum era el equilibrio perfecto entre el rock y el pop, de esto ya hablé cuando hice la reseña del disco.
Con el tiempo CS siguió editando discos, todos de buen nivel, aunque no alcanzaron a aquél que recordaba y que era imprescindible para mí. Esto provocó que ese "amor" disminuyera, aunque jamás desapareció. Debo reconocer que mi amor obsesivo (que aún mantengo) por Pearl Jam fue, y es, más fuerte y me absorvió totalmente.
Regresando al 2008, la noticia de la llegada de CS a Lima fue como un golpe emocional muy fuerte, era como si fuera a reencontrarme con aquel amor de juventud con el que rompí (tenía 20 años cuando CS estaba en boga) y con el que acabé en buenos términos. Dos días antes del concierto, tenía la información de que en una tienda de discos en Miraflores, se iba a realizar una firma de autógrafos por parte de la banda. En realidad yo no tenía pensado ir, podía hacerlo ya que el hecho de trabajar por mi cuenta me permitía dejar todo de lado en un día laborable y hacer algo que no estaba planeado. En el transcurso de la mañana mi querida amiga-hermana "M" (personaje principal de este relato, y una de las personas más importantes de mi vida) me envió un correo preguntándome si iba a ir a dicha firma. M es fanática de corazón de CS, y creo que yo tengo la culpa de eso, puesto que cuando la conocí era ella aún una niña que ya se asomaba a su preadolescencia (ahora es una hermosa mujer, siempre lo fue) y le presté el álbum "Dosage", ella ya conocía a la banda pero su amor por el grupo se fortaleció a través de escuchar esa placa. A partir de ahí quedó enganchada con CS y siempre la mantuve al tanto con los discos o canciones que se editaban y todo lo que circulara por la web, así pudo armar su propia colección. Si me puedo sentir responsable de alguna adicción es de la que fomenté en M con respecto a Collective Soul.
Como se comprenderá ella estaba ansiosa porque quería ir a verlos a la firma de autógrafos, así que le prometí que yo iría antes y que le guardaría un lugar en la fila de espera hasta que ella saliera de su trabajo. Y así fue, quedé sorprendido por la cantidad de personas que estaban formando la larga cola en el Parque de Miraflores, teniendo en cuenta que CS no es una megabanda y que tampoco estaban en su momento cumbre.
Así pasaron unas horas, para ello yo había llevado mis discos originales (hubiera sido vergonzoso llevar algo pirata para que me lo firme el artista). Hasta que llegó M, contenta, ansiosa, nerviosa, también se sorprendió de la buena cantidad de público que había en los alrededores. La emoción de la gente llegó al punto de éxtasis cuando la banda llegó al local, hubo algunos gritos, pero lo bueno es que no se perdió el orden en la fila. Poco a poco íbamos avanzando, y M se percató que no había llevado nada para que le firmaran, lo único que tenía a la mano era el "flyer" promocional del concierto. Entonces hice algo que nunca había hecho (nadie se lo había merecido) tomé uno de mis discos, el "Dosage" (tenía que ser ese disco, no podía ser otro), saqué el librito o "booklet" del álbum y se lo di, así tendrían donde firmarle. "Sólo por tratarse de ti estoy haciendo esto" le dije, y era cierto, no sólo el hecho de regalarle el librito, sino también el estar ahí, haciendo una fila eterna que nos llevaría a un momento de regocijo total. Yo no soy del tipo de fan que va al aeropuerto, o al hotel para seguir a los artistas. Mi amor por la música va de la mano con un aspecto más introspectivo, de disfrutar internamente este arte, es más, no soy un concurrente habitual a cuanto concierto haya por la simple razón que detesto las aglomeraciones. Como verán soy un tipo de fan muy peculiar. Y si en aquella ocasión rompí con mi propio esquema y fui a la firma de autógrafos y todo lo que aquello acarreaba fue sencillamente por hacer feliz a M, sabía lo que eso representaba para ella y no le podía fallar de ninguna manera, además quería hacerlo, me sentía muy bien con el sólo hecho de estar allí.
Bueno, regresemos a la fila y a la espera interminable, M se emocionó mucho por el "regalo" que le hice, hasta que por fin llegó el momento, los cinco integrantes de la banda estaban sentados en fondo del local firmando los discos, posters, flyers, etc, M ingresó primero, le firmaron el librito, pero eso no sería todo, Will Turpin, el bajista de la banda (el que que aparece en la foto del post, mandando el beso), le besó con mucha ternura y caballerosidad la mano... ¡¡¡Boooooommm!!!, felizmente yo estaba detrás de ella, literalmente dio dos pasos para atrás, pensaba yo "en cualquier momento se cae", fue tal la emoción que se olvidó de tomarme una foto, al lado de la banda como segundos habíamos hecho con ella cuando fue su turno, no me importó para nada, quería que disfrutara su momento, porque sabía que jamás en la vida lo olvidaría.
Nos tomamos de la mano, salimos del local, cruzamos la avenida que separaba el local del parque, nos quedamos por ahí y lo que vino después no lo podré borrar de mi mente nunca más, del rostro de M comenzaron a brotar lágrimas, lágrimas de alegría por el sueño cumplido (con yapa incluida) mezclado con ese nerviosismo que poco a poco se fue transformando en una felicidad total pero que en lugar de manifestarse con una sonrisa de oreja a oreja se exteriorizó en esas lágrimas, sentimiento puro, lágrimas que yo mismo sequé en un momento con mis propias manos. Tuve una sensación de ternura cuando vi esa escena que casi me quiebro, hasta hoy tengo presente esa imagen, ese momento.
Poco a poco se hizo de noche, nos vino a recoger su novio, un gran amigo y también fan de la banda. A su vez desde el celular M recibió la llamada de su hermana, otra muy buena amiga y fanática, para saber cómo nos había ido, al final los cuatro amigos a los que hice mención al principio, vivimos ese día memorable y esa emoción, claro que de manera diferente. Evidentemente para M y para mí siempre será una historia inolvidable y quizás irrepetible.
A los dos días fuimos al concierto, lo disfrutamos tanto como lo presumíamos, un concierto magnífico, tan grandioso como lo que sucedió 48 horas antes, y que sin duda describe perfectamente lo que significa ser un verdadero fan, esa pasión que es superior a cualquier tipo de razonamiento, donde el corazón late a mil por ahora, y simplemente por algo que durará un instante pero que quedará guardado eternamente en nuestro recuerdo.
Este post obviamente está dedicado a M, no sólo por la historia que he compartido sino, y sobre todo, porque ella fue la primera persona que me dijo que debía crear el blog y compartir lo (poco) que sé de música y en especial del rock. Ella es la musa inspiradora de este pequeño espacio y era totalmente justo que al cumplir un año de escribir ella sea el centro de en esta sencilla celebración personal, ESTO ES PARA TI SISTER, TE QUIERO Y LO SABES.
Paradojas de la vida mientras le daba forma a este post me entero que Collective Soul volverá a presentarse en el Perú, pero esta vez en Arequipa, no nos será posible volver a verlos por la lejanía, pero me llamó la atención la coincidencia.

Queda una historia pendiente, otro relato de fan, totalmente distinto, hasta entonces.

viernes, 23 de julio de 2010

Tom Petty and The Heartbreakers, Mojo, 2010: La sobriedad hecha rock

Este año lo he repetido una y otra vez, y es que no hay duda, ante la carencia de propuestas respetables en la escena musical actual, los que salvan la situación son los ya consagrados, Ozzy Osbourne, Johnny Cash (desde el más allá) y ahora Tom Petty y su banda nos regocijan con un disco que a pesar de sonar a rock clásico americano nos refresca y engancha con su simplicidad y calidad.

Para comenzar, que un álbum inicie con un track como Jefferson Jericho Blues es casi poner toda la carne en el asador y nos anuncia que estamos frente a algo muy bueno. Se trata de un blues muy rítmico donde Petty deja el protagonismo de la canción a la parte instrumental ubicando a su propia voz en un segundo plano.
Seguidamente First Flash Freedom nos envuelve con su sonido un poco más cercano al rock británico, muestra de versatilidad de este símbolo norteamericano que es Petty. Una canción extensa que no cae en la monotonía.
Running Man's Bible suena al mejor Petty que se conoce, donde se aprecia la marcada huella que ha dejado Bob Dylan en la formación del artista, un track muy americano, con mucho folk. En la misma línea está Candy y Let Yourself Go, el quinto y décimo tracks respectivamente, divertidas canciones con mucha cadencia. Similar estructura encontramos en High in the Morning con la diferencia que ésta es un poco más lenta y sosegada.
Retrocedemos y nos encontramos con el cuarto sencillo The Trip To Pirate 's Cove que es uno de los singles insignia de este trabajo, nos recuerda al trabajo del propio Tom en los 80's y 90's, un rock más pausado pero que nunca pierde el ritmo.
No Reason To Cry es el momento meláncolico del álbum, con un parecido muy palpable a la inolvidable "Free Falling", uno de los himnos en la carrera de Petty. El tema alcanza grandes niveles de belleza gracias a la atmósfera creada por el piano y la guitarra acústica.
El mejor track de álbum y que fue elegido como single de lanzamiento es I Should Have Known It, rock puro, sin "errores", sonido clásico que resulta muy actual, es una canción del tipo "cátedra", una lección de cómo se deben hacer las cosas.
En U.S. 41 nos regala una buena demostración de folk con momentos country, una canción americana al 100% .
Takin' My Time es un blues sufrido, desgarrador, con un riff que se repite, hipnotiza y enamora. Fórmula semejante se encuentra en Lover Touch aunque en este caso en un blues más sensual.
Petty también se da tiempo de experimentar como lo hace con el reggae en Don't Pull Me Cover, y sale muy bien parado, sonando muy natural.
Something Good Coming, el penúltimo track, es una triste y nostálgica canción que demuestra que con sencillez y sin demasiados arreglos se puede transmitir y mucho.
El álbum se cierra como empieza, con una alta dosis de calidad, Good Enough es un blues magnífico, demoledor y contundente que sirve para que Petty le ponga la firma a este estupendo trabajo.

Un disco de alto vuelo, un trabajo que ratifica que la calidad no se pierde a pesar de haber transcurrido ocho años del último disco con The Heartbreakers y cuatro de su última entrega solista. Tom Petty nunca se durmió, siguió activo, y bien valió la pena la espera ya que nos tenía preparada esta agradable sorpresa para nuestros frustados oídos, un álbum sobrio que no pretende ser el mejor pero que sin duda está muy cerca de serlo.
Les dejo un par de videos oficiales de este trabajo (Youtube) :

I Should Have Known It



Jefferson Jericho Blues



miércoles, 14 de julio de 2010

Ozzy Osbourne, Scream, 2010: Esto es Heavy Metal

¿Puede un artista a pesar de sus excesos, vida licenciosa y excentricidades, mantenerse en vigencia? La respuesta podría ser obvia, pero no cuando se trata de Ozzy Osbourne, un ícono y leyenda viviente con más vidas que un gato.
Es cierto que cuando uno lo escucha hablar (no cantar) es casi imposible comprender lo que nos pretende transmitir, pero basta que tome un micrófono para interpretar algún tema y se ponga frente a un escenario para que todo cambie. Esto se ha hecho notar en todos sus trabajos solistas, pero en este último, Scream (2010) ha llegado a un nivel altísimo que hace mucho tiempo que no alcanzaba. Es evidente que la ayuda de la tecnología nos permite escuchar una limpia voz de Ozzy, a su vez los experimentados músicos que lo acompañan en esta oportunidad (Gus G., Rob "Blasko"Nicholson, Adam Wakeman y Tommy Cufletos) ayudan al propósito de llevar al Príncipe de la Oscuridad a niveles inimaginables. Pero todo esto no sería suficiente si el que estuviera al frente no fuera el propio Ozzy, sólo él tiene esa magia, que a pesar de que parece desgastada por los años no muere y por el contrario tiene más fuerza que antes.
Un dato no menor es el hecho de que es el primer trabajo de Ozzy desde 1988 que no cuenta con la presencia del mítico guitarrista Zakk Wylde, lo que hace mucho más destacable el hecho de realizar un álbum sin una de sus piezas claves y aún así lograr un resultado óptimo.
El álbum recoge sonidos que el propio Ozzy nos presentó en trabajos clásicos, sin lugar a dudas se trata de un muy buen trabajo, el mejor en muchos años del legendario fundador del Heavy Metal.

El álbum comienza furiosamente con Let It Die, un track de larga duración que mantiene la fuerza durante más de 6 minutos. Un inicio perfecto.
Le sigue Let Me Hear You Scream, que en esencia es similar a la anterior sólo que más compacta pero igual de vertiginosa y sólida.
El tercer sencillo es Soul Sucker, un tema oscuro y que recuerda lo mejor de Ozzy en el pasado. Mucha densidad, un track pesado que después acelera, un claro ejemplo de lo que debe ser una canción de heavy metal.
Life Won't Wait, es un single más rítmico que los anteriores que nos muestra la versatilidad en la propuesta de Ozzy. A pesar de no ser tan "pesado" como el resto, este tema no deja de tener elementos propios del heavy.
El quinto track Diggin' Me Down se inicia lentamente con un atmósfera apacible gracias a la guitarra acústica y a los teclados pero que luego se transforma en la más clara muestra de rock pesado, una canción con cambios de ritmo bien concebidos.
Crucify mantiene la línea musical del álbum y aunque no resalta tanto como los otros tracks es un complemento perfecto para el resto del disco.
Un track más ligero (dentro de lo que le heavy metal permite) es Fearless. Un tema con un poco más de ritmo, típica canción que se escucha de un tirón.
El octavo track es Time, más "suave" y lírico que el resto de canciones. Nuevamente nos trae a la memoria los trabajos clásicos de Ozzy. Se respira un aire a "Good Bye Romance" o "Mama, I'm Coming Home".
I Want It More, es pura potencia pero sin llegar a la estridencia, un track menos pesado que nos muestra a un Ozzy en plenitud muy bien acompañado por sus músicos, es el sencillo donde mejor se aprecia el equilibrio entre la voz y los instrumentos.
El penúltimo single Latimer's Mercy trae de vuelta la densidad al álbum y, como ya es recurrente en este trabajo, tomando elementos básicos del Ozzy más clásico pero sin repetirlos.
El último track es una micro-balada, I Love You All, que simplemente está empalmado al track anterior, no se puede decir más de un tema que dura exactamente un minuto. Creo que el final pudo ser mucho mejor.

En suma Ozzy nos da una clase de como hacer heavy metal, y aunque no exento de imperfecciones, el resultado es positivo, para ello el británico revisa sus propias raíces tanto en solitario como con Black Sabbath. Esto es un claro ejemplo de lo que ya anteriormente he señalado en este espacio, necesitamos que los ídolos del ayer vengan a salvar nuestro triste presente carente de propuestas decentes.
A continuación algunos tracks de este material.

Let It Die



Life Won't Wait



Time



I Want It More