lunes, 28 de diciembre de 2015

Gracias, Lemmy.

Hace pocos meses Motörhead publicó su más reciente producción, Bad Magic. Este álbum celebraba los 40 años de trayectoria de la banda, aunque no en las mejores circunstancias. La voz y el cuerpo de Lemmy Kilmister dijeron "basta" en plena gira, por lo que el rockero británico decidió descansar para volver recargado. No pudo ser. No era necesario que se dijera, se sabía que Lemmy, de a pocos, se estaba yendo. Pero como todo buen guerrero jamás tuvo la rendición como una alternativa, y se aferró a la esperanza de volver. Quizás aquello le dio más tiempo en este mundo al que remeció con la potencia de su obra.

Lemmy, a través de su banda (de la que fue el único integrante que sobrevivió a todas sus etapas), tuvo el mérito de acercar el heavy metal a las masas al vestirlo de rock, logró masificar ese sonido potente y su peculiar voz. Y sí, Lemmy no poseía una voz armoniosa, pero sí contundente, rasposa, de garganta que se secaba por la irritación del esfuerzo para luego ser refrescada con alcohol, proceso que se repetía constantemente. Y es que el irrepetible bajista británico interpretó como pocos el papel de "rock star". Se creyó el rol y lo ejecutó a la perfección, y eso (además, obviamente, de su música) generaron una atracción animal entre el público y Motörhead. 

No solo fue parte de la historia de la música, el cine y la televisión tuvieron el privilegio de tenerlo como parte de sus diversas bandas sonoras. Pero no solo eso, Lemmy supo actuar en films, como los de Troma Entertaiment, una compañía que se dedicaba a realizar películas de cine "serie z", cuyos contenidos se centraba en sexo, violencia, y mucha, pero mucha sangre, por lo que Lemmy se sintió como pez en el agua. En 2008 apareció como invitado en la serie Psych.

Por último, Motörhead logró extender su fama con sus colaboraciones musicales para la empresa de wrestling WWE, incluyendo apariciones en vivo. Los arreglos que Lemmy realizó a las canciones que le fueron entregadas las llevaron a otro nivel, siendo muy bien recibidas, por lo que un nuevo público abrió sus puertas a la legendaria banda. Además, en 2004 se acercó a Dave Grohl, llamando la atención la colaboración de Lemmy en el proyecto metal del líder de Foo Fighters llamado Probot.

Antes de cerrarse, el año nos golpea duramente y sin piedad. Hace unas semanas perdíamos a Scott Weiland, hoy Lemmy parte al merecido descanso. Pero, a partir de ahora su voz no se resquebrajará, no tendrá que pedir disculpas como cuando las cuerdas vocales lo traicionaron en la última gira. Ahora podrá cantar hasta que le dé gana, beber sin pausa, sacudir a la inmensa eternidad. La Vieja Escuela ha perdido a uno de sus últimos guerreros y duele... duele mucho, pero no olvidemos que los verdaderos Guerreros del Rock son inmortales, el olvido no es una opción para ellos. Gracias, Lemmy, por la obra, por el legado.


Ace of Spades



Participación en Wrestlemania 21 para la WWE.



 Till The End, una de las mejores canciones de su último trabajo.

viernes, 4 de diciembre de 2015

Hasta la vista, querido Scott.

El rock nuevamente recibe uno de esos dolorosos golpes mortales, Scott Weiland parte hacia el universo eterno, dejando tras de sí un legado musical enorme. No pretendo hacer una síntesis biográfica de este gran artista (aunque es imposible no hacer algunas referencias a tan destacada trayectoria), ni tampoco explorar las causas de su muerte, su estilo de vida, ni nada por el estilo, ya muchos se encargarán de hacerlo, para bien o para mal. Simplemente quiero despedirme y hacer catarsis, porque hay muertes que nos tocan en lo más profundo, por más que con la persona en cuestión no nos una ningún lazo sanguíneo o amical, pero sí uno creado por el arte, la música, que puede ser nuestra mejor compañera en los momentos más difíciles, y también en los placenteros.

Weiland fue uno de los pilares vocales de su generación, no podríamos describir y analizar el rock de los 90’s sin mencionar su aporte. A pesar de las dificultades iniciales que tuvo con su banda emblema Stone Temple Pilots, al ser comparada con otras de la escena de aquel entonces, en especial Pearl Jam, Scott supo labrar su camino, definir su estilo y el de su banda, alejarse de los estereotipos y dejar una huella profunda.

Su andar musical fue, además de complejo y turbulento, variado y versátil. Luego de su primer alejamiento de STP, mostró lo que podía hacer como solista, y no tardó mucho en encontrar otro proyecto que lo acogiera, Velvet Revolver lo unió con los exintegrantes de Guns N’ Roses, y el resultado fue más que óptimo, dejando algunas canciones que ahora son consideradas "clásicas contemporáneas". Años antes de esa unión, en 1995, Scott grabó dos temas (uno de ellos un cover de John Lennon) con un proyecto alterno a STP llamado The Magnificent Bastards que, a pesar de su paso poco conocido, breve y escaso, es recordado por unos pocos por la calidad y solidez del trabajo. Veinte años después, en 2015, tuvimos la oportunidad de escuchar lo último que nos ofrecería sin saberlo, su nuevo proyecto al lado de The Wildabouts, un disco que prometía mucho para el futuro de esta nueva aventura. Lamentablemente este nuevo grupo parecía estar condenado a las sombras y tristezas, ya que había sufrido la pérdida de uno de sus integrantes, el guitarrista Jeremy Brown, fallecido también este año.

Scott supo sacarle provecho a su voz, exploró texturas y sonidos, grabó un disco solo compuesto de canciones navideñas, otro de covers y, claro, también nos ofreció sus propias creaciones. Tuvo su “revancha” con Stone Temple Pilots, volviendo a ponerse frente al micrófono y luciendo todo su potencial como uno de los mejores “frontman” del rock, su carisma y movimiento corporal era el combo perfecto, su vertiginoso sello de fábrica.

Este “segundo tiempo” produjo nuevos temas y lo trajo de gira hasta aquí, a Lima, pudiendo cumplir uno de mis sueños personales, ese que siempre anhelé desde que escuchaba sus canciones en mi vieja radio o en el walkman que me desconectaba del bullicioso y contaminado ruido de la ciudad. Verlo en plenitud fue un regalo, que disfruté y recordaré por siempre. Y es que tenerlo frente a mí, haciendo lo que mejor sabía, me hizo evocar los momentos de compañía a través de su arte, al que conocí terminando mi etapa colegial y que continuó musicalizando mis años posteriores como parte importante de la banda sonora de mi periplo universitario. La música es fundamental en mi vida y, dentro de ella, Stone Temple Pilots ha escrito muchos de sus mejores episodios.

Por ello, la partida de Scott me duele, y mucho. Me duele como cuando tuve que despedirme de Ribeyro, García Márquez, Heath Ledger o Chespirito. Y es que la música, tanto como la literatura, el cine o la televisión, también es un medio para contar las más diversas historias, matizarlas según su contenido. Me cuesta procesar aún esta noticia, escribo estas líneas solo minutos después de enterarme de ella. Quizás sea la manera de combatir mi tristeza. Hoy el rock se muere en parte, llora por otro valiente soldado caído, ha perdido a uno de sus pilares, y sí, porque cuando hablemos de la historia de la música, el capítulo comprendido entre los 90’s y los primeros años del siglo XXI tendrá infinitos párrafos dedicados a Scott Weiland. Tan polémico como querido, incomprendido como genial, un alma atormentada y brillante a la vez, que luchó contra sus demonios hasta donde pudo y hoy nos dice adiós. Pero nos deja su obra, aquella que sobrevivirá a pesar de todo, porque artistas… personas como Scott Weiland, no serán olvidadas jamás. Gracias por tanto querido Scott, ahora ya puedes descansar y sonreír eternamente.


* Scott y The Magnificent Bastards, 1995.




domingo, 4 de octubre de 2015

Collective Soul, See What You Started by Continuing (2015): Juventud sin fecha de caducidad.

Collective Soul es una de esas bandas entrañables que logran el cariño de sus seguidores gracias a su bajo perfil, tanto musical como humano. A pesar de no haber podido reverdecer sus mejores momentos desde la salida del guitarrista Ross Childress, es innegable que han sabido mantenerse vigentes, fieles a su estilo sólido, divertido y poco ceremonioso de hacer rock.
Han transcurrido seis largos años desde su última entrega musical y, aunque la banda nunca se desactivó, siempre hubo incertidumbre sobre su futuro discográfico.

See What You Started by Continuing es el nuevo álbum de CS, un disco que además de significar el retorno esperado, constituye también el debut del guitarrista Jesse Triplett y el baterista Johnny Rabb que, sumados a los fundadores (los hermanos Ed y Dean Roland, y el bajista Will Turpin) mantienen la estructura de quinteto, característica básica en la agrupación originaria de Georgia.
El noveno disco de estudio de Collective Soul consigue sonar actual y clásico a la vez, es fresco y juvenil, pero también sabe extraer del pasado de la banda algunos elementos que mejoran la propuesta, el grupo se alimenta de sí mismo para producir algo novedoso.

CS nos da la bienvenida en este nuevo episodio con This, track potente y melódico, la receta comercial perfecta para enganchar al oyente desde un inicio. Hurricane continúa en la misma línea musical, canción divertida que invita al movimiento corporal. Todo parece cambiar con la engañosa y melancólica introducción de Exposed, pero el lapso es breve porque la aceleración arremete de golpe y se adueña de la escena.

Lo acústico se torna algo más constante, Confession conjuga la nostalgia con el rock puro, en un sube y baja melódico que nunca se descoordina. AYTA prosigue con la atmósfera semiacústica, esta vez en un tono más relajado en donde el vocalista Ed Roland ordena y dispone. Contagious es ruda, la banda se acerca a los 90's, revisa sus raíces, con un sonido altamente alternativo.

Life es la pieza más elaborada de este trabajo, compleja y altamente rítmica (impecable percusión), lo mejor del disco. Nuevamente CS viaja al pasado, Am I Getting Through recuerda a la clásica Heavy (Dosage, 1999), otro momento clásico. Lo mismo sucede con Memories of 2005 que evoca a Under Heaven Skies (Youth, 2004), y que a su vez ofrece una percusión tan suave como rápida, Ed Roland adecua su voz y la vuelve tenue y dulce.

En Tradition, Ed se disfraza de Barry White, recita y canta, demostrando que los años no han deteriorado su voz ni su estilo. Finalmente, Without Me es un cierre alegórico, es la despedida que anuncia, quizás, un pronto regreso, un single muy "Elton John" (uno de los principales referentes del grupo).

Collective Soul regresa con un disco que convence, parejo, que no obstante no poseer el gran "hit", logra que todos sus componentes funcionen individualmente, pero sobre todo en conjunto. Una banda que no ha perdido vigencia, a la que se le percibe lozana a pesar de los años, y que no pretende encajar de manera forzada en la pobre actualidad rockera, porque simplemente la supera. Collective Soul es un espíritu joven sin fecha de caducidad.


"Life"

viernes, 25 de septiembre de 2015

Chris Cornell, Higher Truth (2015): La apacible redención.

Chris Cornell, el reconocido vocalista de Soundgarden, ha sabido mantenerse en vigencia, incluso en los momentos de inactividad de su banda. Cuando Soundgarden decidió separarse (durante más de 12 años), Cornell pudo abocarse a otros proyectos, editó un excelente álbum debut como solista, Euphoria Morning, luego formó parte de Audioslave, la "megabanda" conformada, además de él, por tres miembros de Rage Against The Machine. Poco antes de que Soundgarden se reactivara, Cornell editó su tercer disco en solitario, Scream (2009), producido por Timbaland, un trabajo demasiado experimental y forzado para un músico como Chris, más bien cercano a los sonidos básicos y rústicos. Esto le valió las más duras críticas en su carrera.

Seis años después, y luego de vivir su segundo momento de gloria con Soundgarden, nuevamente Cornell se aventura en soledad, pero esta vez toma un camino más seguro, el acústico. Es así como nos presenta Higher Truth, una placa que nos muestra al mejor Cornell cuando no está con la banda de Seattle, junto a su única compañera en tiempos ermitaños: la guitarra acústica. Cornell buscaba recuperar la credibilidad de su carrera solista, y escogió al productor musical ideal para ese fin: Brendan O'Brien. El afamado productor ya había trabajado antes con Cornell en sus trabajos con Audioslave y Soundgarden, un hombre muy importante en el sonido de lo que hasta hoy conocemos como rock alternativo. O'Brien supo recuperar la versión más sobresaliente de Cornell, aquel que sabe que no necesita demasiados adornos para ofrecer el mejor sonido.

En Higher Truth, como ya se dijo, predomina lo acústico, con algunos momentos arriesgados para que así el disco no se vuelva predecible. Nearly Forgot My Broken Heart nos introduce en esta historia melódica, una demostración de la potencia vocal de Cornell, dentro de un track muy rítmico de alto protagonismo compartido entre la guitarra y el banjo. Le sigue Dead Wishes, un decoroso intento de canción country, de espíritu evocativo.

Ese aire campirano inicial continúa en Worried Moon, de tonada esperanzadora, influenciada en gran medida por Peter Gabriel. Before We Dissapear es más elaborado, sin perder por ello esa atmósfera nostálgica tan presente en lo que va de este trayecto sonoro. A través de Through The Window, Cornell hace gala (como tantas otras veces) de su capacidad para llegar a notas altas, y aún así no romper la armonía tranquilizadora del disco.

Josephine es un folk clásico, los violines la llevan a otro nivel, convirtiéndolo en el mejor tema del álbum. La influencia de Peter Gabriel vuelve a asomarse en Murderer Of Blue Skies, seguido de Higher Truth. El track que le da el nombre al disco, desplaza a la guitarra acústica y pone al piano como protagonista, y así rompe con esa riesgosa posibilidad latente de caer en la monotonía sonora.

La calma se vuelva a adueñar de la escena, Let Your Eyes Wander es una hermosa canción, guitarra aguda combinada con la voz sosegada pero firme de Cornell. Only These Words quiebra el esquema, nos introduce a una atmósfera más festiva, necesaria, una muestra que un trabajo acústico puede ser versátil. Posteriormente, en Circling, las revoluciones decrecen y se retoma la tranquilidad.

Our Time in the Universe nos traslada a un relajante viaje por el sonido hindú y cadencioso, Cornell experimenta y sale airoso, una canción que parece sacada de otro disco, ajena al resto, más energética. Un piano clásico, una armónica que recuerda a Neil Young, en Bend in The Road Cornell se acerca al góspel. 

Wrong Side es un tema que se parte en dos, se desdobla, más denso que sus predecesores, que sabe combinar en proporciones exactas lo acústico y lo eléctrico, un Cornell a dos voces, grave y agudo, que es acompañado por una atmósfera sonora que rinde tributo al maestro Ennio Morricone. El blues no está ausente, Misery Chain sabe mezclar perfectamente la armonía y la melancolía. Finalmente, Chris nos ofrece un remix de Our Time in The Universe, un epílogo distinto y fresco.

Chris Cornell se reinvindica, nos presenta un disco agradable, de atmósfera tranquila y reflexiva, tomando algunos riesgos para no aburrir al oyente con un sonido plano. Brendan O'Brien nuevamente sabe extraer la esencia del artista a quien produce, sea quien sea. Luego del fallido intento bajo la tutela de Timbaland, Chris aprendió la lección y se reencontró con la mejor versión de sí mismo, donde se siente cómodo y feliz, por lo que los resultados son óptimos. A través de Higher Truth (y luego del tropezón con Scream), Chris ha logrado la apacible redención.  


viernes, 18 de septiembre de 2015

Almost Famous: 15 años de Paz, Amor, Rock y Libertad.

El buen cine puede ser un generador de emociones y sensaciones difícil de igualar. Cuando un film nos atrapa y envuelve, se asemeja a lo que sentimos cuando leemos un gran libro o novela, así como podemos pasar horas leyendo una interesante historia también estaremos frente a una pantalla cuando un relato visual encaja en nuestros gustos y expectativas. Pero, si hay algo que genera el gusto desmedido por una buena película y que la vuelve nuestra favorita, es la identificación. Si nos vemos retratados con algún personaje o situación planteada en dicha película, esta se quedará guardada por siempre en nuestro corazón. 

Identificación, algo así me sucedió con Almost Famous (2000), a mi gusto la mejor cinta del director Cameron Crowe, y que, con total justicia, le valió un Oscar. Crowe además de ser cineasta fue periodista de rock para la revista Rolling Stone, y es, sobre todo, un gran melómano. Almost Famous fue la manera en que Cameron nos contaba su vida adolescente y sus primeros pasos en el periodismo musical, una historia casi autobiográfica y escrita con el corazón. No pretendo con este post hacer una crítica cinematográfica, quizás más se asemeje a un intento de reseña personal que tratará de explicar por qué esta cinta resulta tan entrañable, no solo para mí, sino para muchos que amamos la música, y que la usamos (ya sea al escucharla o tocarla) como una vía de expresión, catarsis y diversión.

Almost Famous, ambientada adecuadamente en la California hippie de los 70's, es una historia perfectamente contada por tres razones en especial: los personajes, la banda sonora y los momentos. William Miller, el protagonista, es la esencia de la inocencia transformada en rebeldía a través del rock. Un muchacho que aprendió a amar a las bandas gracias a los discos que su hermana Anita (la responsable de que William "abriera los ojos") le obsequió y que supo sobrevivir a la "opresión bienintencionada" de su conservadora madre. Con el pasar de los años conoce a Lester Bangs (personaje no ficticio, legendario crítico de rock de Rolling Stone, interpretado por el entrañable Philip Seymour Hoffman), un veterano crítico de rock que lo entusiasma y le encarga su primer trabajo profesional. Eso le permitirá no solo conocer el mundo de las bandas de rock desde adentro, también conocerá el amor.

Es imposible no enamorarse de Penny Lane, la preciosa "band-aid" (¡jamás llamarla "groupie"!), el personaje mejor construido de la película. Tan hermosa como compleja, vulnerable y humana, demasiado fácil de querer. A pesar de tener conocimiento de su disipada vida, William no puede evitar enamorarse y crear un vínculo muy fuerte con ella. Y, Penny Lane, sin darse cuenta, ha encontrado a alguien que la ama tal como es, sin poner reparos, y sin haber recibido de ella lo que los "otros" sí obtuvieron.

Uno de esos "otros", el más importante, es Russell Hammond, el guitarrista de Stillwater, la banda que William seguirá a todas partes durante su gira, para así cumplir con su primer trabajo, esta vez para la revista Rolling Stone. En toda historia cinematográfica con tintes románticos habrá un triángulo, y Russell lo cierra. A pesar de tener algún tipo de relación con Penny Lane, que más se basaba en lo físico que en lo emocional (al menos para Russell), también termina enganchado con la bella "band-aid" poniendo en riesgo la relación sentimental "formal" que ya tenía desde antes de conocerla. No obstante de la evidente rivalidad, Russell y William forjan una interesante amistad, de idas y vueltas por una entrevista pactada que se va postergando en el transcurso de la gira, pero siempre con Penny Lane como punto de equilibrio (y disputa) entre los dos.



La banda sonora, que recoge clásicos emblemáticos de los 60's y  70's, es el segundo elemento trascendental de esta obra, pero va de la mano con el tercero, los momentos. Escenas claves que sin la música no serían lo que fueron o no podríamos descifrar el mensaje encriptado. La más importante, sin duda, la que se desarrolla dentro del bus de la banda, luego de que Russell fue "rescatado" de una noche de "perdición" ("¡soy un Dios dorado!"), que no llegó a mayores por la presencia de William, que lo cuidó como un buen amigo. Escuchar dentro del transporte aquella hermosa melodía llamada Tiny Dancer de Elton John, produce que uno a uno, los miembros de la banda, el staff, y el propio William, canten y se fundan en uno solo, transformando los rostros desencajados -por la crisis existencial que pasaba el grupo- en sonrisas sinceras, unión y bienestar. Un símbolo de lo que la música puede lograr por los seres humanos y su almas: curar, transmitir y disfrutar. Magia pura. Pero, mientras se produce ese "minicarnaval", William le comenta a Penny Lane que debe regresar a casa, a lo que ella responde "Estás en casa". Esta es sin duda la frase que resume el film, el hogar no es un lugar específico, físico o cotidiano, el hogar es donde uno se siente cómodo, querido y respetado.

Pero hubo otros momentos que resaltaron la parte humana de los personajes. William consigue, sin proponérselo, lo que ningún otro hombre logró de Penny Lane (luego de salvarle, literalmente, la vida), su mayor secreto: que Penny Lane le dijera su verdadero nombre. Y esto va unido a la (primera) escena de avión, cuando ambos personajes se despiden, al parecer (quiero creer), Penny Lane abre los ojos, reacciona, y se percata de lo que está pasando entre ella y William, que aunque roza más con lo platónico no deja de ser sincero. En ese mismo momento él la ve partir, corre desde dentro del aeropuerto persiguiendo imaginariamente el avión como tratando de alcanzarlo, ella lo sigue contemplando, observa al único hombre que la amó de verdad, y el que recibió menos, paradójicamente, de ella. Coloca sus dedos en la ventanilla hasta que despega y desaparece de la visión y, quizás, de la vida de William. Pero los aviones siguen siendo elementos básicos del relato, la escena en la que Stillwater y el joven reportero piensan que van a estrellarse y morir, debido a las fuertes turbulencias, hacen que la aeronave se transforme en un confesionario colectivo. Infidelidades, intercambios de parejas, "ganancias extras" no declaradas por parte del antiguo manager de la banda, un supuesto "homicidio culposo por atropello" que la conciencia del nuevo manager le hizo relatar, la orientación sexual del baterista, en fin, todo tipo de confesiones, cuyo punto culminante fue una peculiar declaración de amor. William confiesa lo que siente por Penny Lane ante los demás, molesto a su vez por como la abandonaron la noche anterior (en especial Russell) empujándola al intento de suicidio. Lo dice con seguridad y rabia, gritándolo desde el alma y con el corazón en la mano, Russell se percata de ello, sabe que este chico no es simplemente un niño que se enamoró como colegial de una mujer que a él también le gusta, no, se da cuenta de que ese adolescente ama a Penny Lane de verdad, más de lo que el propio Russell creía amarla. El epílogo del film, que une a los dos antagonistas, por obra y gracia de la propia Penny Lane, es el mejor cierre, con Tangerine de Led Zeppelin de fondo, y una entrevista pendiente que toma la forma de conversación entre amigos y tratado de paz, dos hombres que quieren a la misma mujer, y a la música como medio y forma de vida, por supuesto. Ambos, William y Russell, juntos, representan el ideal de hombre para Penny Lane, lástima, para ella, que no haya manera de que formen uno solo, porque los quiere a los dos.


Identificación. A William lo quiero porque me veo reflejado en él, por su amor por el rock, el querer escribir sobre él, analizar canciones además de disfrutarlas (lo cual puede ser tortuoso a veces). También, alguna vez me enamoré a través de la música, pude conocer a alguien tan especial como lo fue Penny Lane para William Miller, simplemente porque ambos sentimos lo mismo por el arte musical, me encontré con gente maravillosa, amistades que nacieron a través de coincidencias en gustos musicales. Yo también fui más pequeño que el resto de mis compañeros escolares, ingresé al colegio cuando tenía cinco años y ellos ya contaban con seis, por lo que era más bajito, diminuto, distinto, tal como le pasó al pequeño William. Y, aunque no crecí con mis hermanos mayores, por lo que no heredé de ninguno de ellos discos como los que William recibió de su hermana Anita, la influencia familiar en cuanto a la música, sí estuvo presente. Mi padre tuvo mucho que ver con mi cariño por otros géneros distintos al rock, los vinilos y las cintas en el viejo equipo de sonido (que aún conserva), fueron mi primer contacto con la música como elemento. El rock comenzó a llegar de la mano de mi madre (en este caso lo opuesto a William), gracias a ella conocí a The Beatles, Los Saicos del Perú, que fueron mis primeras referencias, panorama que luego comencé a ampliar con Kiss, Van Halen, Twisted Sister, cuando tenía siete años. Y, finalmente, yo, como muchos otros, también tuvimos nuestro Lester Bangs, personificado en el inigualable y gran maestro Gerardo Manuel. Descubrí mi afición por la redacción musical siendo mucho mayor que William, pero nunca es tarde para encontrar mi camino, cumplir los sueños y desarrollar la verdadera vocación.



William Miller, Penny Lane, Russell Hammond, las "band-aids", la música, los momentos que generan sensaciones, todo ello en conjunto hacen de Almost Famous una obra maestra. No es fácil que el cine toque nuestro corazón, que una historia ajena se vuelva propia, y Cameron Crowe lo logra con maestría y simpleza a la vez. Ya había realizado una amago de lo que podía ser su futuro trabajo, cuando estrenó Singles en 1992, donde supo conjugar las relaciones humanas y la música teniendo como telón de fondo al movimiento grunge de Seattle. Almost Famous se convirtió en un clásico del siglo 21 y una referencia de cómo hacer cine, contar una historia y transmitir vivencias y emociones. Una hermosa película que acaba de cumplir quince años, dejando Paz, Amor, Rock y Libertad como legado, mensaje y forma de vida. Gracias por eso Cameron Crowe, ¿o debo decirte William Miller?


Esta es "La Escena". Así de simple.

martes, 8 de septiembre de 2015

Motörhead, Bad Magic (2015): 40 Años de la Vieja Escuela

Hablar de Motörhead es mencionar a una de esas pocas bandas que a lo largo de los años se han mantenido vigentes sin perder el rumbo. Lemmy Kilmister es el único "sobreviviente" de la agrupación que fundó hace 40 años. Por el grupo han pasado diversos y destacados músicos, y siempre Lemmy supo contagiarlos de la esencia en la que se basa Motörhead.

Al igual que sus colegas de AC/DC, Motörhead ha sabido construir su historia y legado a través de un sonido propio y característico que, para algunos (los menos), puede ser monótono, predecible y repetitivo, y, para otros (los más), resulta la marca registrada de la banda. Uno de sus grandes méritos es haber "acercado" el heavy metal a un público que no soportaba tanto estruendo, Lemmy y los suyos supieron envolverlo de una manera que resultó más atractiva masivamente, disfrazándolo en muchas ocasiones -y de forma inteligente- como hard rock.
Pero, así como el tiempo ha logrado consolidar al grupo como un referente más que legendario, esos mismos años (y ciertos excesos) han jugado en contra de la salud de Lemmy, situación que ha tenido más que preocupados a sus millones de seguidores. Durante la última gira el veterano vocalista tuvo que interrumpir algunos de sus conciertos llegando, incluso, a dar por terminado antes de tiempo su último recital y, por ende, suspender el tour. La banda ha emitido un comunicado en donde señala que retomarán la gira apenas Lemmy se recupere.

A pesar de este poco alentador panorama, Motörhead ha publicado su álbum número 22, Bad Magic, que confirma lo expresado líneas arriba, esto es, estamos ante un disco 100% "Motörhead sello de fábrica", con ese sonido único que siempre será su eterna carta de presentación.

Desde el inicio, Bad Magic, golpea sin compasión, Victory or Die es un sorpresivo y efectivo gancho al mentón, la puerta de ingreso a un pabellón infernal, nos arrastra con todas sus fuerzas y no podemos (ni queremos) oponer resistencia alguna. Luego, Thunder & Lightning acelera el viaje, lo vuelve rápido, con un track que recuerda a aquel himno eterno llamado Ace of Spades.

El rock puede ser un arma de seducción, Fire Storm Hotel es una prueba palpable de ello, un híbrido entre el hard rock clásico y el glam. Shoot Out All of Your Lights mantiene la energía y rapidez tan presentes en la parte inicial del disco, pero con mayor agresividad y dureza.

The Devil (que tiene como colaborador de lujo a Bryan May de Queen) es la canción más oscura del álbum, el demonio viaja por la carretera, en medio de la nada, y nos permite contemplarlo sentado en su reluciente y ruidosa motocicleta. Electricity es el tema más breve de la placa pero, a pesar de su corta duración, no disminuye toda la atmósfera potente tan característica del trayecto recorrido hasta el momento.

Evil Eye es un track tribal, básico, donde los roles protagónicos son compartidos por la rítmica percusión de Mikkey Dee y la voz de Lemmy, esta última se desdobla volviéndose por momentos (para variar) en demoníaca. Un guitarreo constante y melódico nos ofrece Tell Me Who to Kill, otro tema "Motörhead marca registrada".

La maestría de Lemmy y su capacidad de variar y adaptarse cuando es necesario se plasman claramente en Till the End, la mejor canción del disco, una balada tan hermosa como cruda y visceral, que sabe conjugar momentos acústicos y eléctricos que transforman a esta canción en una verdadera pieza de colección. Posteriormente, Tell Me Who to Kill nos devuelve a las aceleradas revoluciones iniciales, una canción llena de fuerza y vitalidad.

En Choking on Your Screams,  Lemmy canta desde las entrañas, como un animal hambriento, y con el demonio sobre el hombro como único consejero. También hay momentos "alegóricos", algo más festivos, así es When the Sky Comes Looking for You, que no pierde, tampoco, la energía y rudeza mostrada como eje de Bad Magic.

El epílogo se convierte en tributo, el cover de Sympathy For The Devil, aprueba el examen aunque carece de cierto riesgo, respeta (quizás con mucha razón) en demasía la versión de Rolling Stones. No obstante, el resultado es más que aceptable y agradable.

Motörhead tiene cuatro décadas "pateando traseros" y lo vuelve a hacer en esta ocasión, usando su fórmula conocida, pero que jamás satura. Bad Magic es un álbum frenético, repleto de solos de guitarra tan breves como sólidos, la presencia de Phil "Wizzo" Campbell está por todas partes, en él se cimienta este muy buen trabajo discográfico.

Bad Magic surge en medio de una coyuntura complicada, por un lado, 40 años de trayectoria nos los celebra cualquiera pero, por el otro, la salud de Lemmy (ya resquebrajada desde hace buen tiempo) nos deja ese sabor agrio, que no nos permite disfrutar a plenitud este lanzamiento. Pero el querido y respetado músico británico es terco como pocos, de aquellos artistas que exclaman que "morirán arriba del escenario" y, en el caso de Lemmy, esta frase tan usada puede resultar literal. Por lo pronto, él ha decidido dar un paso atrás para luego dar dos hacia adelante, la mejor forma de esperar el anhelado retorno es escuchar este disco, una prueba más de que el rock no perecerá tan facilmente, aunque no tenga más alternativa que recurrir a sus viejos estandartes, La Vieja Escuela.


Pueden escuchar el disco completo a través de esta lista de reproducción (página oficial de Motörhead en youtube):




viernes, 15 de mayo de 2015

Faith No More, Sol Invictus (2015): El Fin de la Tregua.

Largos 18 años han transcurrido desde que Faith No More nos entregó su última aventura discográfica. A pesar de ello, la banda se reunió para salir de gira, pero no había señales en el horizonte de la publicación de algún nuevo álbum. 

Durante ese período de silencio los miembros de la banda siguieron con otros proyectos musicales, en especial el incansable Mike Patton. Pero el día tenía que llegar, FNM volvió a reagrupar a sus partes dispersas y al fin nos presenta música nueva, tan contundente como siempre, como un golpe al mentón, potente, visceral, voz y melodías que provienen de las entrañas. Sol Invictus posee en todo su contenido el sello de fábrica de la banda comandada por Patton y su ejército sonoro conformado por Mike Bordum, Roddy Bottum, Billy Gould (además productor del álbum) y Jon Hudson.

El álbum comienza su relato épico con el track que le da el nombre a la placa. Sol Invictus tiene como base la percusión con aire militar de Bordum, algo que ya ha sido característico en la trayectoria discográfica de la banda y que está muy presente en casi todo este reciente trabajo. En ese ambiente, Patton oscurece su voz, cual narrador de cuentos tenebrosos que nos invita al inicio de esta historia. Luego, Superhero nos golpea, Mike escupe su rabia mientras se desgarra la garganta al mando de una canción agresiva que nos empuja contra la pared.

Sunny Side Up seduce, toda la magistral versatilidad vocal de Mike Patton queda confirmada por los diversos matices que ofrece, musicalmente es un tema que mezcla la energía y la cadencia. Bordum vuelve a tomar protagonismo en Separation Axiety, a través de su percusión que esta vez se aproxima más a lo tribal, sonidos que parecen anunciar una inminente confrontación.

Cone of Shame nuevamente nos introduce en una atmósfera militar y combativa, de la mano -otra vez- de los tambores de Bordum. Seguidamente, Rise of The Fall juega con los sonidos, suaviza hasta cierto punto la propuesta general del álbum, pero sin perder jamás la vitalidad y fuerza.

A pesar de ser un álbum tan energético, la guitarra acústica se hace de un pequeño espacio en Black Friday que, contra lo que se podría pensar, no aletarga el poder melódico presente en el disco, sino que lo torna más vivaz, positivo. Pero Motherfucker nos arrastra nuevamente al ambiente oscuro y semi bélico, lleno de bruma, la tensión antes del estallido, track que fue elegido acertadamente como el primer single promocional.

En Matador, Mike vuelve a ponerse el traje de relator de cuentos de miedo, su voz provocativa nos engatuza, con un tono que evoca a Vincent Price, nos convence de pisar terreno inhóspito, para luego atraparnos y mostrarnos toda aquella penumbra de la que no podremos librarnos, y para lograr todo aquel efecto el bajo de Gould es fundamental. Finalmente, From The Dead parece una canción extraída de otro disco, muy distinta al resto de canciones gracias a su aire nostálgico, la esperanza que triunfa sobre la agresión y la violencia, track que es aire puro.

Faith No More regresa con su marca registrada, Patton haciendo lo que le place vocalmente con una envidiable facilidad, Bordum siendo el dueño de la base rítmica, y el resto de la banda cumpliendo su rol como el perfecto complemento. Sol Invictus es sin duda uno de los mejores discos de este año, mostrándonos a una agrupación que, a pesar de usar sus herramientas más conocidas, no suena repetitiva, porque sabe pisar con maestría distintos terrenos, siempre sintiéndose a gusto. Un sonido tan rítmico como agresivo, lleno de poder, marcialidad, canciones de "guerra metafórica" (que no se entienda esto como la exaltación a la violencia), y es que el armisticio no existe más, para Faith No More ha llegado el final de la tregua y del descanso musical, es hora de volver a "combatir". Bienvenidos sean, otra vez.


martes, 14 de abril de 2015

Scott Weiland and The Wildabouts, Blaster (2015): Sentimientos Encontrados.


Es innegable la importancia de Scott Weiland como uno de los grandes referentes, en cuanto a vocalistas, de los últimos 25 años. Su presencia con su otrora y ya legendaria banda, Stone Temple Pilots, fue una de las piedras angulares de aquel sonido alternativo que inundó el universo musical de los 90’s. Pero, también son conocidas las idas y venidas en la vida personal de Scott que perjudicaron bruscamente su carrera. En más de una ocasión se separó de la agrupación que lo llevó a la masificación de su imagen, pero a pesar de ello supo sacarle la vuelta a la situación y formar otros proyectos musicales, el más conocido y rentable: Velvet Revolver.


Blaster es el cuarto álbum en solitario del artista, que lleva la firma de él y The Wildabouts, su banda de apoyo para esta ocasión. Nuevamente separado de Stone Temple Pilots, Weiland prosigue en aquella búsqueda de la identidad, que más bien se convierte en un tributo a los sonidos que lo han influenciado, con los que se siente a gusto. 

El álbum, que consta de 12 canciones, comienza su andar con Modzilla, un track rudo, de buen rock and roll, muy Velvet Revolver, que sirve para seducir al oyente y engancharlo a través de este inicio prometedor. Way She Moves reduce las revoluciones, una canción relajada y sensual, melódicamente perfecta. Ritmo y diversión, así se puede resumir lo que ofrece Hotel Rio, con una contundente y acertada percusión que traza la ruta del tema. Amethyst está llena de energía, es rápida y ligera, en donde la voz de Weiland se disipa intencionalmente.

White Lightning es un blues eléctrico que golpea y desafía a Scott a un mayor esfuerzo interpretativo. Blue Eyes combina cierto aire dulce y evocativo inicial con chispazos de rock potente. Un poco de distorsión trae consigo Bleed Out, agradable “suciedad” melódica, un intento de garaje rock. Youth Quake es otra muestra de rock ligero, con dosis de indie, pero no carente de potencia.

Beach Pop es, como su nombre lo indica, un homenaje sonoro a aquellas viejas canciones de "surf music", aquel pop rock de los 60’s que trae a la mente imágenes de adolescentes, trajes de baño, tablas de surf e inmensas pelotas de playa multicolores. Parachute continúa con ese segmento de tributos, ya que posee toda la esencia del rock clásico, desde Led Zeppelin hasta David Bowie, un reconocimiento a los rudos y oscuros, a los psicodélicos y glams, a los referentes del rock “de verdad”. Cerrando este bloque dedicado a sus influencias, 20th Century Boy es un acertado cover de la clásica de T-Rex, en el que Weiland demuestra su capacidad para adaptar algo ajeno y hacerlo suyo.

El epílogo llega con Circles, una hermosa balada acústica de aire nostálgico, terreno que Scott conoce muy bien y en el que siempre supo desenvolverse a la perfección.
En suma, Scott Weiland regresa en forma, con un disco que no ofrece algo novedoso, pero que resulta un acertado reconocimiento y exaltación a sus influencias. Pero, al parecer, Weiland no puede escapar a las nubes negras, ya que lamentablemente, un día antes del lanzamiento del disco, el guitarrista de The Wildabouts, Jeremy Brown, falleció a los 34 años. Brown fue muy importante en la elaboración de este trabajo, su guitarra es primordial en la propuesta ofrecida a lo largo del disco, donde sobresale con sus magníficos riffs.

Por un lado Scott puede sentirse satisfecho de haber publicado un trabajo más que aceptable, pero por otro, el golpe de la pérdida no le permite disfrutar de este triunfo. Sentimientos encontrados.