En 1994, veinte años atrás, el universo musical se vio sacudido por eventos
que marcarían un antes y un después en la escena del rock. Es más que obvio que
el suceso más recordado -por lo doloroso y por las consecuencias del mismo- fue
la muerte de Kurt Cobain, hecho que marcó la pauta de un año distinto, duro,
oscuro pero a la vez lleno de mucha producción musical de excelencia que se
convertiría en emblemática y que sirve, a través de la música, para describir las
vivencias de la “Generación X” y los tumultuosos años 90’s. Pearl Jam,
Soundgarden, Stone Temple Pilots, Blur, Oasis, Beastie Boys, The Offspring,
Green Day, Korn, The Cranberries, Weezer, entre muchos otros, editaron
producciones que hoy son consideradas fundamentales para entender una época, su
música y sobre todo su manera de ver el mundo y afrontar la realidad.
Uno de esos discos legendarios que cumple la veintena es Superunknown,
para muchos el álbum más completo y perfecto de Soundgarden. Y sí, quizás lo sea, otros eligen al genial Badmotorfinger como el gran disco de la
banda de Seattle, pero eso no lo vamos a discutir, el arte se disfruta no se
debate.
Superunknown fue una
propuesta oscura, pero a su vez energética, con trazos de punk, de rock
clásico, de densidad extrema. Todo ello elevado a la máxima potencia a través
de la poderosa voz de Chris Cornell,
que convirtió a los tracks en más que sencillas canciones para transformarlas
en gritos melódicos de supervivencia y sentimiento.
Desde el comienzo hasta el final el disco nos engulle, nos introduce a su
mundo e historias, a partir de la primera distorsión melódica del track inicial
Let Me Drown hasta ese cierre distinto
pero no falto de energía que es She Likes
Surprises.
Pero en el medio del viaje nos topamos con verdaderas joyas que ahora son
consideradas indispensables e indiscutibles en la colección de “grandes éxitos”
de la década alternativa. La energética My
Wave, la introspectiva y genial Fell
On Black Days, la contundente Superunknown,
ese himno perfecto y repetido hasta la saciedad llamado Black Hole Sun, la entrañable y rítmica Spoonman (quizás una de las canciones más “queridas” de la banda),
son los momentos más recordados de este trabajo. Pero este servidor tiene una
preferida por sobre aquéllas, The Day I
Tried I Live, una canción que, por ser hasta cierto punto distinta al
resto, resalta por su perfecta arquitectura musical, por resumir el disco en
una canción. Sería injusto olvidar a los otros componentes del álbum como Mailman un ejemplo claro de cómo aplicar
la densidad al rock, Head Down uno de
los pocos momentos con elementos semi acústicos dentro de una propuesta más
bien frenética, la rápida y punk Kickstand,
la hipnótica Fresh Tendrils, ese
extracto que nos lleva hacia el sonido hindú y espiritual que es Half, y por último la presencia de la
compleja pero armoniosa Like Suicide,
completan este disco que es tan hermoso como complicado, como el ser humano.
El disco no sólo es producto de la genialidad vocal y letrista de Cornell,
él no podría haber llegado a este prodigioso resultado de no ser por el vital
complemento de la guitarra del magistral Kim
Thayil, considerado uno de los mejores guitarristas de todos los tiempos
aunque su humildad no lo deje aceptarlo. No menos importante la presencia de Ben Shepherd, que con su bajo refleja
aquella tan mencionada densidad y que hace juego con su postura de mirada al
suelo en trance hipnótico como cuando está de pie en el escenario. Y claro, el
ritmo, los sube y baja de la percusión a cargo de Matt Cameron en la batería, todo un referente.
Para conmemorar estos veinte años, la banda editará en junio una edición especial del disco, que
contendrá la remasterización del mismo así como demos, ensayos, acústicos e instrumentales.
Esta edición estará disponible tanto en vinilo y en una versión de lujo de cinco
discos y un Blu-ray.
Superunknown cumple veinte años, y estando a puertas de
recibir a la banda en esta parte del continente, no hay mejor manera de generar
más expectativa de la ya acumulada. Mientras estas líneas son escritas, suena
el álbum de fondo en esta habitación, retrocedo mentalmente y esbozo una
sonrisa recordando (y añorando) el mundo y mi vida de hace dos décadas, sé que
no volverá a ser igual, que el tiempo pasó, pero al menos quedan estos
testimonios musicales que representan la revisión a nuestro álbum de fotos y
recortes de vida y emoción. Felicidades Soundgarden,
y gracias por la música, nos vemos pronto.
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