viernes, 9 de marzo de 2012

Enrique Bunbury en Lima: Noche de alma desgarrada y corazón abierto, noche de Cantina

Era la noche propicia, noche de verano limeño, con un calor que golpeaba a los que impacientemente esperábamos por entrar al recinto donde se abriría por única vez la cantina más selecta de la música hispana. Enrique Bunbury se presentaba en el María Angola y eso de por sí ya generaba una expectativa importante. Si a todo ello le agregamos que el intérprete español presentaba su último trabajo “Licenciado Cantinas” (una selecta colección de canciones tradicionales hispanoamericanas, mucho vals, música criolla y mucho peruanismo), pues entonces dicha expectativa rebasaba los límites imaginados.

Minutos antes de que se abrieran las puertas del Centro de Convenciones el cielo nos regaló una ligera y sorpresiva lluvia, que como simbólico presagio anunciaba lo que escucharíamos más tarde, canciones que parten el alma pero que a la vez hacen sentir vivo más que nunca al que las escucha. Y es así como un poco húmedos y ansiosos ingresamos a ese pequeño templo en el que se había convertido el local.

Muy pocas veces los llamados “teloneros” de un recital son tan bien recibidos por el público que lógicamente espera impaciente la entrada el artista principal. Pero en esta ocasión el colectivo “Ofrenda Maestra” también conocido como “La Vieja Guardia” gozó del cariño sincero de los presentes. Fue así como los veteranos intérpretes del criollismo peruano se vieron sorprendidos ante la tremenda recepción del joven público que estaba frente a ellos. Ver a Juan Mosto, entre otros, emocionado por el caluroso recibimiento fue uno de los momentos mágicos de la noche que recién empezaba.

Y es así que pasadas las 21.30 hizo su aparición la banda de Enrique, “Los Santos Inocentes” que interpretaron la instrumental “El Mar, El Cielo y Tú” para que luego de esto Bunbury irrumpiera en el escenario al son de “Llévame”.

El primer gran momento de la noche fue sin duda la interpretación de “El Solitario” cantada por todos los asistentes a más no poder. Pero el instante apoteósico fue cuando Bunbury nos regaló “Ódiame”, aquel peruanísimo vals compuesto por Federico Barreto y Rafael Otero donde apreciamos al mejor Bunbury que ya era dueño de la situación, del escenario y del público. Fue una noche con sabor peruano ya que además de esto el español nos presentó “Vida” otra composición peruana (de Pablo Casas Padilla), y sorprendió a todos cuando incluyó en su repertorio su clásico “Canto” (track que no había sido interpretado en esta nueva gira) pero que guarda estrecha relación con el Perú ya que fue compuesto por Bunbury cuando éste se encontraba en Máncora en una de sus visitas incógnitas a nuestro país.

Bunbury no sólo presentó su nueva placa sino que hizo un pequeño recorrido por parte de su discografía, interpretando clásicas como “Big Bang”, “Sácame de Aquí”, “Que Tengas Suertecita”, “Sí”, “El Hombre Delgado Que No Flaqueará Jamás”, “Porque Las Cosas Cambian” y la infaltable “Infinito”. Cerró como es habitual en su gira con “Al Final”, el mejor broche de oro.

Creo que nunca vi que casi la totalidad de un auditorio se conectara con el artista, no hubo silencios aburridos, todas las canciones fueron cantadas (gritadas) a voz en cuello por los asistentes, Bunbury y el público se volvieron uno solo, se percibió la comodidad que siente Enrique al estar en Lima, se sintió querido y respetado, era tanta la euforia las ganas de que la noche fuera eterna que durante los dos “encore break” se escuchó el grito desaforado por los cuatro costados del María Angola: “¡Enrique, Enrique!”, exigiendo el regreso inmediato del cantante.

Nota aparte de reconocimiento para su banda, “Los Santos Inocentes”, impecables, el perfecto complemento, músicos con letras mayúsculas.

Enrique Bunbury demostró, por si quedaba alguna duda, que es la mejor voz en nuestro idioma, que tiene una personalidad arrolladora, que siente lo que hace y por ende lo transmite, de ahí la conexión tan perfecta con el público. Bunbury nos obsequió un recorrido por la música más desgarradora posible, salida de las entrañas, música de bar, de soledad, de desamor, música que refleja la vida misma y lo hizo con el corazón abierto. Sólo queda decir gracias Licenciado Cantinas, muchas gracias por eso.


Foto, Fuente: Kijada Producciones Facebook.

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